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La palabra «adolescencia» es un término que difícilmente puede entenderse como un concepto universal, tal y como una amplia literatura antropológica ha puesto en evidencia y apuntan los textos incluidos en este libro. Más bien debemos entenderla como una construcción social que cobra sentido en el contexto específico en el que los actores y sistemas sociales definen qué es la adolescencia y qué connotaciones encierra esta adscripción. No existiría, por consiguiente, algo así como un solo tránsito, o una adolescencia o una juventud posible de ser vividas, sino una diversidad cuyas condiciones de posibilidad descansan en un contexto social determinado.La palabra «adolescencia» es un término que difícilmente puede entenderse como un concepto universal, tal y como una amplia literatura antropológica ha puesto en evidencia y apuntan los textos incluidos en este libro. Más bien debemos entenderla como una construcción social que cobra sentido en el contexto específico en el que los actores y sistemas sociales definen qué es la adolescencia y qué connotaciones encierra esta adscripción. No existiría, por consiguiente, algo así como un solo tránsito, o una adolescencia o una juventud posible de ser vividas, sino una diversidad cuyas condiciones de posibilidad descansan en un contexto social determinado.
La palabra «adolescencia» es un término que difícilmente puede entenderse como un concepto universal, tal y como una amplia literatura antropológica ha puesto en evidencia y apuntan los textos incluidos en este libro. Más bien debemos entenderla como una construcción social que cobra sentido en el contexto específico en el que los actores y sistemas sociales definen qué es la adolescencia y qué connotaciones encierra esta adscripción. No existiría, por consiguiente, algo así como un solo tránsito, o una adolescencia o una juventud posible de ser vividas, sino una diversidad cuyas condiciones de posibilidad descansan en un contexto social determinado.La palabra «adolescencia» es un término que difícilmente puede entenderse como un concepto universal, tal y como una amplia literatura antropológica ha puesto en evidencia y apuntan los textos incluidos en este libro. Más bien debemos entenderla como una construcción social que cobra sentido en el contexto específico en el que los actores y sistemas sociales definen qué es la adolescencia y qué connotaciones encierra esta adscripción. No existiría, por consiguiente, algo así como un solo tránsito, o una adolescencia o una juventud posible de ser vividas, sino una diversidad cuyas condiciones de posibilidad descansan en un contexto social determinado.